sábado, 11 de julio de 2015

Misión en "Los Santos"

El pasado viernes, día 10 de julio, dimos por concluida nuestra misión en el barrio de "Los Santos", uno de los que pertenecen a la parroquia de San Francisco de Asís, a cuyo servicio nos ha destinado el obispo de Villarrica, D. Francisco Javier.
La misión en este "sector", como los llaman aquí, comenzó el lunes 6. Durante estos cinco días, hemos recorrido las calles de este barrio y hemos llamado a todas las puertas de las casas que lo componen. Esta visita puerta por puerta ha sido la actividad de la misión a la que más horas hemos dedicado. En algunas casas hemos recibido la indiferencia o el rechazo por respuesta, pero otras muchas personas nos han acogido con cariño, agradeciendo nuestra visita y haciéndonos partícipes de sus penas y alegrías, pidiendo nuestra oración por sus enfermos y compartiendo con nosotros su postura ante Dios y la Iglesia. A todos hemos ofrecido la bendición de Dios para sus casas y familias, además de nuestro testimonio de fe, la invitación a participar en los sacramentos y algún sencillo obsequio como una medalla de la Virgen o un rosario.
El miércoles 8, con ocasión del comienzo de la novena a la Virgen del Carmen, patrona de Chile, tuvimos nuestra primera celebración en la capillita de este barrio: el rezo del santo rosario. Fue un primer encuentro comunitario con estas familias. A la llamada de la campana de esta capilla y de nuestro equipo de megafonía ambulante acudieron unas 20 personas, la mayoría de ellas niños.
El día siguiente, la invitación era a una Hora Santa. Con una asistencia duplicada respecto a la del día anterior, tuvimos un precioso rato de adoración eucarística del que todos salimos fortalecidos.
Finalmente, el viernes cerramos nuestra misión con unas divertidas olimpiadas para niños en el parque público, una catequesis para adultos y la celebración de la Eucaristía. Tampoco faltaron las confesiones y una sencilla cena improvisada con lo que los vecinos aportaron para compartir después de la santa Misa. Esta vez, la participación fue aún más numerosa que la del día anterior, hasta el punto de que no cabíamos en la capilla y algunas personas tuvieron que seguir la misa desde fuera.
Damos gracias a Dios por esta intensa experiencia, en la que hemos vuelto a constatar que merece la pena gastarse para anunciar el Evangelio.