martes, 28 de julio de 2015

MALLOCO LOLENCO


Dentro de todas las “misiones” que hemos ido realizando en Villarrica ha habido una especial. La misión en Malloco Lolenco.

Fue especial no porque llamásemos a las casas disfrazados de payasos preguntando “¿cómo están ustedes?” ni rondar las ventanas con “los clavelitos”.  Tampoco por predicar algo distinto a las demás, pues el contenido era el mismo: CRISTO VIVO. Lo que hizo diferente esta misión era el lugar ya que era una misión rural donde en vez de ir de casa en casa íbamos de granja en granja. Sí, de granja en granja pero, claro está, predicando a las personas y no a las gallinas.

Duró del viernes 17 al domingo 19. En esos días pudimos compartir nuestra fe con personas que no pueden tener Eucaristía nada más que un domingo al mes y muchas de ellas teniendo que coger el coche o andar un buen trecho (muchas veces con grandes chaparrones).

Fue una experiencia muy enriquecedora para nosotros en la cual pudimos bendecir casas, tener momentos de oración en cada hogar y también compartir algunas inquietudes, sufrimientos, alegrías… con esas familias.

Para unos era un momento de retomar relaciones con su capilla a la que hacía un tiempo que no acudían, para otros un momento propicio para compartir con unos hermanos españoles su amor a Jesucristo, pero para todos un momento de gracia especial en el que el mismo Señor les visitaba. Eso se percibía en su acogida, tan alegre y generosa siempre. Tan era así que hasta en una casa celebramos el cumpleaños de la pequeña Jessica Anaís, cantando unas canciones y rezando por la cumpleañera de 3 añitos recién estrenados.

Después de bendecir casas, el domingo tuvimos un encuentro con toda la comunidad en el que hubo una pequeña catequesis para familias a cargo del Padre Charlie, luego la celebración de nuestro mayor tesoro, la Eucaristía, y por último algo de picoteo compartiendo cantos, cultura… pues nosotros cantábamos canciones típicas de España mientras ellos nos enseñaban algunas cosas propias de la cultura mapuche (pueblo a la que pertenecían la mayoría de los integrantes de esta comunidad).

Fueron días preciosos en los que recibimos mucho del amor a Dios que estas personas tienen. Especialmente nos ayudó el testimonio de la señora Lucía, responsable de la comunidad, su hija Eva, el señor José y Anita, que nos acompañaron en esta misión.

 Dios siempre sorprende y esta vez lo hizo con una comunidad que con su entrega y perseverancia nos animó a todos a acrecentar nuestra entrega a Dios y, en Él, a los hermanos.